Para todos los que viven en México.
Para Facha y Aurora.
Para Javier Valdez Cárdenas, gracias por lo escrito.
Jugar a que la poesía
nos rebasa por la derecha.
Dedos que corren
por los cables negros,
glorifican la belleza
natural.
Jugar a que la poesía
se queda sin frenos
de bajada
en las curvas más peligrosas.
Jugar a que la poesía
se transforma en ese secreto
eterno
que nunca me cuentas
cuando viajamos en autobús.
Jugar a que la poesía es
el auto y nosotros las llantas.
Jugar a que la poesía es
el mecánico
falso
que se esconde tras
los clavos en las
carreteras.
Jugar a que la poesía son
los clavos.
/////Aparatoso accidente en la
México-Querétaro.
Tres poemas impactados por alcance:
Dos muertos,
otro espera en terapia intensiva.////
Jugar a que la poesía se rige
absolutamente
por las reglas de tránsito.
Jugar a que la poesía
recorre libremente las
arterias viales
del país.
Jugar a que la poesía
es un montón de
fierros
que nos transportan a todos
lados,
mientras mandamos un meme por whatsapp,
nunca fue muy seguro que digamos.
Escribíamos poesía en tiempos del Chapo Guzmán.
Escribíamos poesía,
escapando cada quien de su propia prisión,
Almoloya de mi corazón que no puedes contener
espíritus o datos de internet.
Rodeados de Narcocultura, nos sentíamos más ofendidos por la Alt-lit
que por los asesinatos en la calle.
Los nombres en nuestro café de Starbucks siempre están mal,
porque son nombres que los pueblos y los barrios
le otorgaron a nuestras familias.
Primogénitos del error de Diciembre.
Salinistas del cordón umbilical.
Esclavos de la dictadura priista.
Enemigos del presidente,
que otra vez,
como en un dejavú, llegó al poder en medio de protestas.
Peña Nieto pendejo, no es mi presidente,
hablaban las paredes en la calle.
Escribíamos poesía en tiempos del Chapo Guzmán,
en tiempos en que las becas del FONCA,
eran chiste.
Quería una beca, que me pagaran por rascarme los huevos.
Porque oficinistas había muchos,
call centers había muchos, bancos hay muchos.
En aquellos tiempos,
no quedaba más que escribir poemas en libretitas,
en internet,
en los cuerpos desnudos de los amores que compramos con salarios mínimos,
poetas mínimos.
Éramos nosotros, quienes escribíamos poesía en tiempos del Chapo Guzmán.
§
Las cosas son así:
I
La bala en el fusil
del soldado mexicano.
(celosa del campesino)
Viaja de su escondite mortal
hasta el cráneo indígena,
para vivir olvidada
entre la naturaleza
(por siempre)
II
Juan Gabriel no está muerto
fue a cambiar
su vestuario/lentejuela
para la próxima canción.
III
Latas de atún
viven enamoradas de
alacenas vacías y cascos caguama.
Por eso estudiantes
conviven tanto con ellas:
Son fauna del mismo
ecosistema natural.
IV
Los pobres
(mayoría indudable)
mueren bajo techos laminados
que les prohíben ver el
cielo.
Por eso agobiados reptan
hasta la televisión y,
la prenden en el canal 2,
el de las estrellas.
V
Este poema no es un poema,
pero cabalga furioso por
la hoja.
Cabalga al encuentro
de todos aquellos periodistas
asesinados.
Este poema no es un poema,
pero susurra veloz
las verdades que el Estado nunca menciona.
Este poema no es un poema,
pero llora de igual manera
que lo hacemos todos.
Este poema no es un poema,
es un grito desesperado,
una señal sin nombre,
una bala perdida,
una manifestación más.
Este poema no es un poema,
es un grito
de YA BASTA.
“Mr. Gallo” (Querétaro, 1991). Yudi Martínez, “Mr. Gallo”, es una mezcla blasfema de costumbres heterogéneas que van desde largos viajes en patineta, sinfonías de Brahms, cantinas y películas de David Lynch; hasta el Huapango, la lucha libre y las caguamas bien frías. Es estudiante de la licenciatura en Comunicación y Periodismo por parte de la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha colaborado en distintas revistas y blogs culturales dedicadas a la literatura como Voz Zero, Gus Ultramar, La Revista C, Prosvet, 17 de marzo, etc. Publicó un plaquette de poemas “Frijoles Poéticos” con Editorial Chimichurri en 2014, donde también funge como editor y director http://mrgallofuckyeah.tumblr.com/